Poco después todo fue coser y cantar. Se le empezaba a coger el hilo al instituto a la vez que se aborrecía, para mi, siempre ha sido una relación de amor-odio. Segundo de ESO fue el año de transformación, pasar de ser un niño de primaria acostumbrándose al instituto, a un chaval del instituto disfrutando de sus ventajas y padeciendo sus problemas.
En este año ya conocía a mucha gente y pasar el tiempo se hacía mucho más ameno, además que el nivel académico no subió demasiado y sobretodo lo pasábamos bien en conjunto, como grupo, en actividades como la construcción de circuitos en tecnología, con la que pasé momentos que probablemente nunca olvide, con compañeros más atentos o menos, más respetuosos o rebeldes, pero al fin y al cabo, personas de las que me llevo recuerdos muy buenos en general. A decir verdad, ese año en clase había una congregación de chavales irrespetuosos, que prácticamente pasaban los estudios, pero no por eso malas personas, de hecho, pienso que aprendí más de ellos que de ningunos otros.
También quiero hacer hincapié en este curso realizando un pequeño tributo a nuestro profesor de Naturales: Ambrosio. Un profesor que por designios de la vida tuvo que abandonarla, haciendo mella en muchos de nosotros y recordándolo como lo que siempre fue, un gran profesor, y como no decirlo, una mejor persona.
Pasar buenos momentos acompañados de pequeños disgustos como las confrontaciones de las láminas de plástica con Laureano, o las pesadas horas de música interminables es lo que me acompañó durante este curso, dejando también rastro de mi y de mis inicios en la adolescencia por lugares que conocí gracias a las excursiones es lo que caracteriza a esta segunda fase, al segundo nivel, el año donde probablemente empezó de verdad la travesía habiendo ya evolucionado.
lunes, 27 de abril de 2015
Segundo nivel.
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