lunes, 13 de abril de 2015

Inicios no tan lejanos.

Allá por el 2008, eso si, a finales, yo ya empezaba a adaptarme al clima del instituto. Recuerdo con bastante cariño algunas horas como las de alternativa, en las que nos pasábamos horas y horas dibujando Arturo y yo, por aquella época con ganas y motivación, cosa que yo perdí con el paso del tiempo, o que perduró en el caso de Arturo.
Las clases de francés eran especialmente divertidas, porque podíamos hablar libremente y nos mofábamos unos de otros de nuestro primerizo acento, además de que nuestro profesor nos transmitía una confianza especial que aunque no nos suponía mucho respeto, nosotros respetábamos por su amabilidad.
También algunas clases que quedan ya muy atrás como las de lectura, en las que nuestra profesora Antonia, que también nos daba sociales, nos recomendaba libros (la mayoría poco interesantes, todo hay que decirlo), e incluso les traía comics a los más negados. Recuerdo que en esa asignatura leí uno de los primeros libros a los que me enganché realmente y me ayudó bastante a crear en mí motivación por la literatura y facilitó muchísimo mi capacidad ortográfica, cosa de la que me puedo sentir orgulloso a decir verdad 😂.
También recuerdo muchas anécdotas graciosas tanto con compañeros de clase, como con Jose Alberto y Arturo simulando esnifar pica pica de una especie de ovnis de chuchería que comprábamos en la tienda Nubes, cosa por la cual casi nos expulsan de clase; o como con profesores como el de matemáticas, Blas, al que yo a pesar de que todo el mundo lo consideraba insoportable, acabé pillandole cariño por estar sentado en primera fila y entender un poco su "incomprensible humor". A este hombre le regalamos un reloj a final de curso entre todos los alumnos, porque cada vez que preguntábamos la hora, nos regañaba, y si le preguntábamos a él, nos dijo que no tenía reloj. A decir verdad, fue una de mis peores inversiones, porque nunca se lo vimos puesto, pero bueno, al fin y al cabo es como cambiar un trozo de papel por recuerdos que contar y añorar.

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