lunes, 27 de abril de 2015

Segundo nivel.

Poco después todo fue coser y cantar. Se le empezaba a coger el hilo al instituto a la vez que se aborrecía, para mi, siempre ha sido una relación de amor-odio. Segundo de ESO fue el año de transformación, pasar de ser un niño de primaria acostumbrándose al instituto, a un chaval del instituto disfrutando de sus ventajas y padeciendo sus problemas.
En este año ya conocía a mucha gente y pasar el tiempo se hacía mucho más ameno, además que el nivel académico no subió demasiado y sobretodo lo pasábamos bien en conjunto, como grupo, en actividades como la construcción de circuitos en tecnología, con la que pasé momentos que probablemente nunca olvide, con compañeros más atentos o menos, más respetuosos o rebeldes, pero al fin y al cabo, personas de las que me llevo recuerdos muy buenos en general. A decir verdad, ese año en clase había una congregación de chavales irrespetuosos, que prácticamente pasaban los estudios, pero no por eso malas personas, de hecho, pienso que aprendí más de ellos que de ningunos otros.
También quiero hacer hincapié en este curso realizando un pequeño tributo a nuestro profesor de Naturales: Ambrosio. Un profesor que por designios de la vida tuvo que abandonarla, haciendo mella en muchos de nosotros y recordándolo como lo que siempre fue, un gran profesor, y como no decirlo, una mejor persona.
Pasar buenos momentos acompañados de pequeños disgustos como las confrontaciones de las láminas de plástica con Laureano, o las pesadas horas de música interminables es lo que me acompañó durante este curso, dejando también rastro de mi y de mis inicios en la adolescencia por lugares que conocí gracias a las excursiones es lo que caracteriza a esta segunda fase, al segundo nivel, el año donde probablemente empezó de verdad la travesía habiendo ya evolucionado.

lunes, 13 de abril de 2015

Inicios no tan lejanos.

Allá por el 2008, eso si, a finales, yo ya empezaba a adaptarme al clima del instituto. Recuerdo con bastante cariño algunas horas como las de alternativa, en las que nos pasábamos horas y horas dibujando Arturo y yo, por aquella época con ganas y motivación, cosa que yo perdí con el paso del tiempo, o que perduró en el caso de Arturo.
Las clases de francés eran especialmente divertidas, porque podíamos hablar libremente y nos mofábamos unos de otros de nuestro primerizo acento, además de que nuestro profesor nos transmitía una confianza especial que aunque no nos suponía mucho respeto, nosotros respetábamos por su amabilidad.
También algunas clases que quedan ya muy atrás como las de lectura, en las que nuestra profesora Antonia, que también nos daba sociales, nos recomendaba libros (la mayoría poco interesantes, todo hay que decirlo), e incluso les traía comics a los más negados. Recuerdo que en esa asignatura leí uno de los primeros libros a los que me enganché realmente y me ayudó bastante a crear en mí motivación por la literatura y facilitó muchísimo mi capacidad ortográfica, cosa de la que me puedo sentir orgulloso a decir verdad 😂.
También recuerdo muchas anécdotas graciosas tanto con compañeros de clase, como con Jose Alberto y Arturo simulando esnifar pica pica de una especie de ovnis de chuchería que comprábamos en la tienda Nubes, cosa por la cual casi nos expulsan de clase; o como con profesores como el de matemáticas, Blas, al que yo a pesar de que todo el mundo lo consideraba insoportable, acabé pillandole cariño por estar sentado en primera fila y entender un poco su "incomprensible humor". A este hombre le regalamos un reloj a final de curso entre todos los alumnos, porque cada vez que preguntábamos la hora, nos regañaba, y si le preguntábamos a él, nos dijo que no tenía reloj. A decir verdad, fue una de mis peores inversiones, porque nunca se lo vimos puesto, pero bueno, al fin y al cabo es como cambiar un trozo de papel por recuerdos que contar y añorar.

martes, 7 de abril de 2015

Introducción. Lo que te debo.

Íbamos a formar parte del instituto IES Nazarí, por fin.
El tan ansiado instituto llegaba a nuestras vidas con la ilusión y esperanza de que nos proporcionase historias casi tan divertidas como nuestras espectativas cinéfilas alcanzasen. Ya nos habían avisado que no sería así, pero como dicen, la esperanza es lo último que se pierde, y más en unos niños con tanta ilusión y ansia de dejar el colegio.
Recuerdo perfectamente como el primer día nos reunieron a todos los primeros en un aula que desconocía y la cual, aunque no recuerdo nítidamente, probablemente fuese la Sala de Usos Múltiples, a día de hoy ya conocida (y en su defecto repetida) por SUM.
Yo a ser verdad, no conocía a mucha gente, porque gran parte de mis amigos habían considerado más oportuno, ellos o sus padres, ir al Mediterráneo. Por suerte conocía a algunos con los que rápidamente me adapté a los demás, como si me sirviesen de "relaciones sociales" y pronto hice amigos que a día de hoy puedo seguir llamándolos de esta manera, incluso para alguien como yo, que me parece un adjetivo muy fuerte para describir a alguien.
Amigos como David Romero o Arturo Anguita con los que he pasado grandísima parte de mi tiempo y me he desarrollado como adolescente y como persona.
Pero bueno, volviendo al cauce principal de la historia, por aquella época pretendíamos ser populares, encajar, y por qué no, destacar, eso sí, siempre intentando ser uno mismo y mantener firmes tus ideales.
Por el paso de los años aquí si que he aprendido académicamente, sí que he tenido anécdotas graciosas para recordar, sí que he desbordado las normas pidiendo perdón poco después, pero eso, son vivencias que pretendo contar a posteriori.
Hoy simplemente vengo a decir que he aprendido a ser lo que hoy soy, a tomar unos ideales y a persistir por lo que ansío conseguir, y esto, en gran parte, se lo debo al IES Nazarí.