Íbamos a formar parte del instituto IES Nazarí, por fin.
El tan ansiado instituto llegaba a nuestras vidas con la ilusión y esperanza de que nos proporcionase historias casi tan divertidas como nuestras espectativas cinéfilas alcanzasen. Ya nos habían avisado que no sería así, pero como dicen, la esperanza es lo último que se pierde, y más en unos niños con tanta ilusión y ansia de dejar el colegio.
Recuerdo perfectamente como el primer día nos reunieron a todos los primeros en un aula que desconocía y la cual, aunque no recuerdo nítidamente, probablemente fuese la Sala de Usos Múltiples, a día de hoy ya conocida (y en su defecto repetida) por SUM.
Yo a ser verdad, no conocía a mucha gente, porque gran parte de mis amigos habían considerado más oportuno, ellos o sus padres, ir al Mediterráneo. Por suerte conocía a algunos con los que rápidamente me adapté a los demás, como si me sirviesen de "relaciones sociales" y pronto hice amigos que a día de hoy puedo seguir llamándolos de esta manera, incluso para alguien como yo, que me parece un adjetivo muy fuerte para describir a alguien.
Amigos como David Romero o Arturo Anguita con los que he pasado grandísima parte de mi tiempo y me he desarrollado como adolescente y como persona.
Pero bueno, volviendo al cauce principal de la historia, por aquella época pretendíamos ser populares, encajar, y por qué no, destacar, eso sí, siempre intentando ser uno mismo y mantener firmes tus ideales.
Por el paso de los años aquí si que he aprendido académicamente, sí que he tenido anécdotas graciosas para recordar, sí que he desbordado las normas pidiendo perdón poco después, pero eso, son vivencias que pretendo contar a posteriori.
Hoy simplemente vengo a decir que he aprendido a ser lo que hoy soy, a tomar unos ideales y a persistir por lo que ansío conseguir, y esto, en gran parte, se lo debo al IES Nazarí.
martes, 7 de abril de 2015
Introducción. Lo que te debo.
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