De no ser por esto, nunca me hubiese parado a revisar el número de amigos reales que tengo. Después de hacerlo, sigo sin tenerlo claro. Y es que la palabra "amistad" es, para mi y cualquier otra persona selectiva, algo muy significativo. No se le puede llamar amigo a alguien que te agrega o te sigue en una red social solo por compartir vuestras opiniones en un par de encuentros informáticos, o en un debate abierto o privado, independientemente. Tampoco le resto importancia, interactuar con personas nuevas siempre supone beneficios, para escapar de la rutina, para evadirse del día a día al que uno se limita, simplemente para escapar de las personas dentro de tu espacio geográfico, porque a veces es necesario.
Todos hemos probado a meternos en un chat libre y hablar con una persona que tiene unos rasgos que ni siquiera puedes saber si realmente son suyos, inclúyome en este tipo de personas, generalmente para pasar un rato de risas con tus "amigos" de contacto directo.
Y entrecomillo "amigos" porque aunque el roce hace el cariño, la confianza da asco. Convivir más o menos con alguien no tiene relación directa con llevarse mejor, o comprometerme más con esa persona, aunque, claro está, ayude bastante.
Yo también he conocido personas por las redes sociales con las que he compartido buenos momentos, yo también he coleccionado amigos en Tuenti cuando esta red social pegaba fortísimo, yo también tengo amigos, pero no me paro a contarlos.
"Amigo" es una palabra demasiado fuerte para relacionarla con un número.
jueves, 5 de febrero de 2015
"Amigo"
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Me ha encantado tu entrada, mucha razón en esa forma de pensar sobre los amigos. Un abrazo!
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